Desde la aparición de los movimientos sociales originados
por el malestar ciudadano ante el panorama político reinante (si es eso lo que
ocurre), he seguido con cierto morbo personal las derivas, consecuencias y
demás posibles desenlaces.
Algo se mueve, miles de personas salen a la calle a
manifestar pacíficamente su descontento con la falta de respuesta institucional
ante estatus como la crisis. Curiosamente se produce cierta paradoja. Este
movimiento (llamado 15M, 25S, etc.) es reivindicativo en su naturaleza y por lo
tanto político, estemos de acuerdo o no con él, y al mismo tiempo una de sus
máximas es la desafección política, el desapego por las formas democráticas de
los últimos 30 años. El movimiento social siempre me parece positivo, pero no
debemos ser ingenuos si no analizamos sus objetivos concretos. Hasta la fecha
no he encontrado motivos suficientes que den pie al análisis de los mismos,
porque pedir derechos es algo loable, pero insuficiente. El cómo es la
cuestión. Y si la política está enferma tendremos que hacer lo posible para
curarla, hacerla más fuerte, y no lo contrario.
Parece que las revoluciones son lentas, generadas por
acumulaciones históricas de injusticias e incluso desesperantes en sus procesos.
Las conciencias del pueblo tienden a despertarse en el boca oreja, en ese rum
rum de ritmo pausado, que va adquiriendo voluntades y volumen en su fuerza de
reclamación.
Cuáles son los mecanismos que desencadenan los
acontecimientos revolucionarios es una pregunta para tesis doctoral, pero lo
cierto es que tras una acumulación general de rechazo hacia una determinada
situación social, vienen a sumarse algunos hechos represivos por parte de los
poderes establecidos que ya se consideran intolerables.
Decir hoy en día que no estamos en crisis o que es una
invención por parte de unos contra otros, es decir que las vacas blancas no son
blancas, vamos, que nos tomarían por locos desnortados. Pero ¿realmente estamos
ante una crisis financiera? ¿O se trata de una guerra ideológica cuya herramienta
principal es la economía?
Cuando un país necesita de financiación externa para
mantener sus infraestructuras y servicios (derechos de los ciudadanos) sólo
tiene que ir a un banco o a un mercado financiero, demostrar su solvencia de
pago y firmar si procede. Pero cuando en la demostración de la solvencia de
pago hay una serie de entidades privadas que se dedican a jugar con el
prestigio y la seriedad de los países, basándose en la transmisión de una serie
de rumores de patio de vecinos (aunque este sea global), entonces la cosa
parece adquirir otros tintes. Estas agencias de calificación no tienen otro
objetivo que su propio ánimo de lucro, nada distinto de los hilos que las
manejan.
Pero existe una ideología de fondo que dice que Europa es un
bastión a vencer por su abanderamiento del estado del bienestar. Digo
ideología, porque si un estado decide generar servicios de calidad públicos de
educación, pensiones, sanidad, etc., las empresas privadas que también los
ofrezcan quedan orilladas del mercado, y porque seguimos entendiendo que las
balanzas equitativas no son negocio. O dicho de otra manera, generamos más dependencia,
control y volumen de negocio si muchos tienen poco y pocos tienen mucho. Los
datos que manifiestan el desarrollo de la crisis así lo dicen. Actualmente los
ricos son menos, pero tienen más, y las brechas del reparto de riqueza se
ensancha.
En Europa parece que vamos inexorablemente hacia una
división geográfica-económica que se intentó salvar en el proyecto inicial europeísta.
Ante la falta de propósitos comunes y de voluntad supranacional, me temo que ya
estamos ante una definida y dominante Europa del Norte y una subyugada Europa
del Sur. Y parece más o menos evidente que ninguna de las dos sobrevivirá de
manera independiente en esta jauría de lobos globalizada.
Y si la política no es capaz de aunar esfuerzos locales,
autonómicos, nacionales y europeos para con sus ciudadanos, entonces ¿es mejor
aniquilar las instituciones? Si estamos dominados por los mercados o por los
poderes financieros o por una serie de grandes empresas, ¿qué hacer? Si Goliat
es tan fuerte…. ¿cómo lo venceremos?