Espacio para el debate sobre Filosofía Política y propuestas sociales concretas.

martes, 9 de abril de 2013

Se alquila Pedestal



Bienventurados los que conviven con la nada”- diría el anticristo de Nietzsche.
 
Cuando nos dirigimos hacia lugares desconocidos comenzamos a sufrir ciertos tembleques en las manos y en las piernas, pero la fuerza con la que nos tiembla el pensamiento no tiene comparación alguna. Podríamos decir que aquellos denominables conscientes o cariñosos con la idea de permanencia eterna en esta vida, articulamos una serie de sudores fríos sensoriales, pero sobre todo racionales. Cuando la duda más existencial posible nos invade, también lo hace el miedo. Toda odisea lo es con el miedo. Y sin embargo, sintiendo esta inconsistencia de todo lo que parecía quieto, fuerte, estable y duradero, nos liamos la capa un sayo y seguimos nuestro rumbo de seguridades, aunque estén más muertas que vivas.

Esto no deja de ser un acercamiento más a la idea de Superhombre nietzscheana. Pero aprovecho esa idea para hacerla explicación, desde mi punto de vista, de lo que últimamente veo crecer sin medida.
Siempre han existido valores refugios en el imaginario colectivo o en las conciencias individuales, que nos han salvado de la casualidad de la vida. En esto dios ha tenido un papel preponderante, sin pedirlo. Desde hace un siglo parece que la ciencia pretende coger ese relevo, como la grandilocuente Verdad, como el asidero incuestionable de lo que es y lo que no, de lo que parece y de lo que es. Si tenemos una duda sólo tenemos que buscar algún científico que nos aclare las respuestas. Todos hemos visto publicidad con el eslogan “científicamente probado”.

No quiero con esto desmerecer el trabajo científico, pero sí quisiera centrarme en las sustituciones colectivas que se llevan a cabo en el trono de la Verdad.
Si dios ya no está como suelo de todo, como mecánico del universo, entonces ….. , entonces diríamos que a falta de pan, buenas son tortas. Nuestra tan querida cultura occidental busca placebos desesperadamente en agentes materiales, en dioses palpables que conformen nuestras ansias de escapar del vacío. Al margen de nuestra inquietud capitalista, mis comentarios no van dirigidos en este caso a la enfermedad de llevar siempre algo nuevo en las manos.

 Pongamos un ejemplo cotidiano de esos dioses palpables. Ponemos la radio a la hora de esas tertulias políticas para informarnos. Además del (la, los, las) periodista(s) que hacen de guía escuchamos a una serie de opinadores (con mayor o menor gracia divina) capaces de establecer los caminos correctos o incorrectos, no sólo del opinar sino del pensar. ¿Y por qué les otorgamos credibilidad? Porque son fulanito o menganito (perdónenme las menganitas) con el título de especialista político, analista reputado que nos ofrece un comentario contrastadísimo, fundamentadísimo, porque tienen la información en las manos; son expertos. Claro está que no son todos los casos, también los hay capaces de dudar, de no ser tajantes en sus opiniones, de no ser fundamentalistas del banco sobre el que están sentados.

Casualmente me encontré un documental en la 2 donde se describe que en Estados Unidos el fenómeno de los expertos prolifera como las plagas. De hecho existen formadores de expertos que se divierten explicando las formas adecuadas para una buena exhortación en televisión, creíble, verosímil. Muchos quieren ser gurús televisivos, asesores de su materia, sea cual sea su iluminación, porque es una buena forma de ser famoso, conocido, que no conocedor, y al mismo tiempo atender a una demanda social de faros-guía. Aquí no andamos muy lejos. En definitiva se trata de habilitar un espacio social creciente para la charlatanería, para distintas formas de telepredicadores.

Y nos podemos preguntar ¿qué hay de malo? Evidentemente nada si gustamos del abandono en manos de los quiromantes y esoterismos varios. Ahora bien si somos algo más serios podríamos acudir a la ciencia. ¿Y cómo tener certidumbre del camino andado por otros? Mi pregunta es ¿qué es lo que pensamos nosotros mismos? Porque será cuestión de edad, pero cada día me ruboriza más dar opiniones.


martes, 25 de septiembre de 2012

David contra Goliat



Desde la aparición de los movimientos sociales originados por el malestar ciudadano ante el panorama político reinante (si es eso lo que ocurre), he seguido con cierto morbo personal las derivas, consecuencias y demás posibles desenlaces.
Algo se mueve, miles de personas salen a la calle a manifestar pacíficamente su descontento con la falta de respuesta institucional ante estatus como la crisis. Curiosamente se produce cierta paradoja. Este movimiento (llamado 15M, 25S, etc.) es reivindicativo en su naturaleza y por lo tanto político, estemos de acuerdo o no con él, y al mismo tiempo una de sus máximas es la desafección política, el desapego por las formas democráticas de los últimos 30 años. El movimiento social siempre me parece positivo, pero no debemos ser ingenuos si no analizamos sus objetivos concretos. Hasta la fecha no he encontrado motivos suficientes que den pie al análisis de los mismos, porque pedir derechos es algo loable, pero insuficiente. El cómo es la cuestión. Y si la política está enferma tendremos que hacer lo posible para curarla, hacerla más fuerte, y no lo contrario.
Parece que las revoluciones son lentas, generadas por acumulaciones históricas de injusticias e incluso desesperantes en sus procesos. Las conciencias del pueblo tienden a despertarse en el boca oreja, en ese rum rum de ritmo pausado, que va adquiriendo voluntades y volumen en su fuerza de reclamación.
Cuáles son los mecanismos que desencadenan los acontecimientos revolucionarios es una pregunta para tesis doctoral, pero lo cierto es que tras una acumulación general de rechazo hacia una determinada situación social, vienen a sumarse algunos hechos represivos por parte de los poderes establecidos que ya se consideran intolerables.
Decir hoy en día que no estamos en crisis o que es una invención por parte de unos contra otros, es decir que las vacas blancas no son blancas, vamos, que nos tomarían por locos desnortados. Pero ¿realmente estamos ante una crisis financiera? ¿O se trata de una guerra ideológica cuya herramienta principal es la economía?
Cuando un país necesita de financiación externa para mantener sus infraestructuras y servicios (derechos de los ciudadanos) sólo tiene que ir a un banco o a un mercado financiero, demostrar su solvencia de pago y firmar si procede. Pero cuando en la demostración de la solvencia de pago hay una serie de entidades privadas que se dedican a jugar con el prestigio y la seriedad de los países, basándose en la transmisión de una serie de rumores de patio de vecinos (aunque este sea global), entonces la cosa parece adquirir otros tintes. Estas agencias de calificación no tienen otro objetivo que su propio ánimo de lucro, nada distinto de los hilos que las manejan.
Pero existe una ideología de fondo que dice que Europa es un bastión a vencer por su abanderamiento del estado del bienestar. Digo ideología, porque si un estado decide generar servicios de calidad públicos de educación, pensiones, sanidad, etc., las empresas privadas que también los ofrezcan quedan orilladas del mercado, y porque seguimos entendiendo que las balanzas equitativas no son negocio. O dicho de otra manera, generamos más dependencia, control y volumen de negocio si muchos tienen poco y pocos tienen mucho. Los datos que manifiestan el desarrollo de la crisis así lo dicen. Actualmente los ricos son menos, pero tienen más, y las brechas del reparto de riqueza se ensancha.
En Europa parece que vamos inexorablemente hacia una división geográfica-económica que se intentó salvar en el proyecto inicial europeísta. Ante la falta de propósitos comunes y de voluntad supranacional, me temo que ya estamos ante una definida y dominante Europa del Norte y una subyugada Europa del Sur. Y parece más o menos evidente que ninguna de las dos sobrevivirá de manera independiente en esta jauría de lobos globalizada.
Y si la política no es capaz de aunar esfuerzos locales, autonómicos, nacionales y europeos para con sus ciudadanos, entonces ¿es mejor aniquilar las instituciones? Si estamos dominados por los mercados o por los poderes financieros o por una serie de grandes empresas, ¿qué hacer? Si Goliat es tan fuerte…. ¿cómo lo venceremos?

jueves, 12 de abril de 2012

Paradigmas del miedo

Que la cultura humana (valga la redundancia) es un producto exclusivo de esta nuestra raza animal parece de una evidencia científica incuestionable, aunque quizás a estas alturas de la historia podemos decir incluso que el orden genealógico es posiblemente el inverso: el hombre es el producto de la cultura donde nace. No es mi intención realizar una indagación antropológica en este texto, pero sí ordenar las relaciones que veo entre las apariencias de las realidades cotidianas y las estructuras que las soportan.

Leyendo un artículo de un profesor de Filosofía, que recientemente fue Ministro de Educación, recordaba que ya Nietzsche establecía una relación indisoluble entre la noción de algo y ese algo, es decir, que si miramos a un elefante sin conocer la noción de elefante, jamás estaremos mirando a un elefante, será en cambio una cosa muy distinta a un elefante. ¿Por qué me refiero a esto? La razón fundamental está en saber si la realidad que me rodea es un decorado anónimo que se colocó en el origen de los tiempos con su lógica modificación, o sin embargo lo ha construido mi madre, mi padre, mi colegio, mis amigos, mis experiencias, en definitiva mi lenguaje. Este lenguaje crea un escenario particular en el que se definen todos los conceptos con los que se ha entrado en contacto, como por ejemplo, qué es la felicidad, una casa, la comodidad, lo bueno, lo humano, etc.

Y en la comunicación entre lenguajes aparecen unos fenómenos culturales llamados paradigmas que establecen una serie de verdades aceptadas por todos o casi todos y que casualmente siempre llevan consigo un bolsillo rebosante de etiquetas que nominan “locura” a la discrepancia. Que se lo digan a Colón cuando en su cabeza rondaban las ideas de Ptolomeo, Su gran acierto fue negociar con el poder el beneficio comercial de su teoría y de su suerte. Otros se las vieron más canutas para ver el sol. En aquellos entonces el paradigma incuestionable del cosmos era la centralidad absoluta de la tierra plana sobre la que aparecían y desaparecían estrellas, nubes, sol, etc.

Actualmente los poderes establecidos en las democracias occidentales no suelen eliminar a los sujetos discrepantes con los paradigmas hegemónicos pero sí los arrincona en los márgenes de los caminos públicos, se hacen invisibles.

Últimamente encontrarnos con conceptos distintos a mercados, recortes, déficits y cómo no, crisis, es como cazar gamusinos, por mucho que los busquen no aparecen.
Esa manidísima palabra crisis no es un paradigma en sí, sino uno de los múltiples recodos del camino de un paradigma establecido o simplemente una consecuencia, si queremos. Un lema que recoge el sentir del paradigma en el que vivimos lo lanzó al aire nuestro vecino Sarcozy cuando ganó las últimas elecciones y basó su discurso en la idea de construir una Francia de propietarios, en la que el éxito individual siempre es posible y en la que todos son burgueses. Una frase, por cierto, que hace hincapié en varios conceptos: Propiedad, Individuo, Éxito y Burguesía. Ejemplos de conceptos generados por el Paradigma del Capital.

Hoy día las realidades subjetivas de la mayoría de nosotros no están conformadas por nuestra libertad. Parece que asistimos atónitos en el patio de butacas ante un despliegue infinito de escenarios que se presentan ante nuestros ojos con el beneplácito y acomodo nuestro. Grandes titulares de medios de comunicación nos afirman que “el mundo está en crisis”, ¿qué mundo?, que “la situación es crítica y es imprescindible atarse los machos”, es decir que no se gaste. Curiosamente la regla básica del capital está en el consumo como motor de riqueza. Miedo, miedo y más miedo provocan la parálisis social y la resignación.

Quién no recuerda en la niñez acurrucarse de noche en la cama, taparse hasta las orejas con la sábana que creíamos escudo impenetrable, y mirar de reojo cualquier atisbo de luz y de sombra con absoluto pavor. Al final yo siempre llamaba a mi madre para sentirme seguro. ¿A quién podríamos llamar ahora?
 
El miedo es irracional, pero no está ausente de lógica, ni son irracionales las causas que lo crean. Cuidado que nos hacen serviles y perfectamente manipulables. 

Entonces, ¿es la crisis una realidad sobrevenida o es una excusa ideológica validada por el propio paradigma?


miércoles, 18 de enero de 2012

Educación - Inacción

Hablábamos en la penúltima entrada de la razón instrumental, y quisiera continuar con una problemática de fundamento para todo tiempo, pero que necesita de urgencia en la actualidad.
Una de las características más llamativas de nuestra cultura occidental, revolucionada por las tecnologías, es, como decíamos, la ingente cantidad de información disponible y el infinito número de fuentes que la hacen brotar como si nada. No parece que haya mucho que discutir aquí. Es una evidencia palpable que internet ha cambiado nuestras formas de acceder a la información, que no al conocimiento, explotándonos como un big bang ante nuestros ojos. Pero ¿ha cambiado sólo la forma?
 
Años atrás de esta revolución informática el libro ostentaba el rango mayor de depósito del conocimiento. Ese invento ilustrado de la enciclopedia nos ofrecía unas posibilidades de elección, de inicio del camino, de investigación, muy atractivas, o por lo menos así lo recuerdo. Representaban el mapa necesario para dar los primeros pasos entre un bosque de ignorancia. Ahora bien, esas posibilidades no eran muchas ni infinitas, sino pocas, y por ese mismo valor de escasez que tiene el agua en el desierto, eran ansiadas. No sólo los caminos eran claros, sino que la búsqueda de conocimiento mantenía una temporalización adecuada a la propia facultad de conocer, a la que la prisa no conviene y que inutiliza.
 
En todo este proceso se produce una elección monocromática de la propuesta ilustrada de razón: la acepción escogida para definir a la razón popularizada ha sido la de “herramienta para”, utilidad para la acción de lo posible. Nada de emancipación del individuo mediante la razón, ser tú mismo y demás consignas ilustradas, a no ser que podamos entender que saber construir un edificio te proporciona salario para la emancipación. Poca tarea en la construcción de sociedades independizadas de esclavismos tradicionalistas y dictaduras de la superstición, a través de la creación de espacios y tiempos para ciudadanos críticos. En estas actuales sociedades occidentales “desarrolladas” no nos detenemos nunca para observar, y menos aún para realizar una crítica valiente de los sostenes de toda civilización que tiende al progreso de la humanidad (como concepto, no como especie).
 
La Educación es la base sobre la que crecen individuos que hacen sociedad, y es la sociedad entera la que educa a los individuos. O como se dice en África: “para educar a un niño hace falta la tribu entera”.
 
En todos estos años de Democracia de nuestro país ningún gobierno se ha cuestionado seriamente la problemática de la Educación. Es verdad que se ha democratizado el acceso a la escuela, que no es poco, pero no se ha pensado en la Educación, qué es eso y qué debe permitir. Bueno, realmente sí, se ha pensado que la Educación es una instrucción formativa que ha de convertir personas en profesionales, y en eso han estado y están de acuerdo todos los partidos políticos. El proceso educativo no solo es formación de  individuos, sino también transformación de una sociedad en crisis (y no me refiero a la actual crisis financiera, sino al modelo social) contribuyendo a la transición desde una sociedad patriarcal moribunda a una sociedad alejada del imperialismo de la razón instrumental. Las consecuencias de este desvío lamentable de los conceptos han sido un descenso de la salud psicológica de los jóvenes y una capacidad empática casi anulada. Pero como es norma en nuestro tiempo los políticos no se detienen y siguen entendiendo el problema a través de informes Pisa y cuestiones de autoridad para solventar el déficit de atención, como si necesitáramos más militares en la escuela en vez de maestros. 

La apuesta ilustrada y la mía es por un auténtico desarrollo humano, que aborde como objetivo lo que nos hace seres diferentes: la humanidad, los valores, la razón.
 
La nueva era de la comunicación nos está dando como concepto clave para su comprensión el concepto de Inconmensurabilidad. Es decir, desorientación. Los jóvenes están sentados a la mesa delante de tantos platos amontonados que no alcanzan a comer, pero sobre todo no alcanzan a tener apetito. Están sobre-estimulados hasta la inacción y por la inacción del conjunto de la sociedad.

viernes, 13 de enero de 2012

¿En qué creemos?

Se han dado, a lo largo de la historia del hombre, hechos sociales, consignas y modelos vitales muy variados y determinantes, que han contribuido a la construcción de paradigmas sociales de gran relevancia en nuestras vidas, hayamos investigado en ellos o no, siendo conscientes de ellos o no, sonándonos a chino o no eso del Idealismo alemán, la Ilustración, la Revolución francesa, el Realismo, el Cientificismo, el Pragmatismo o la Posmodernidad.
El siglo XX ha sido un siglo dominado por el acontecimiento de la revolución industrial comenzada en el XIX, desembocando ésta en varios caminos. Brevísimamente podríamos subrayar de un lado las cuestiones suscitadas por el trabajo desde la perspectiva de los trabajadores, es decir, derechos laborales, sociales, reparto de riqueza, sindicalismo; y por otro lado la demanda del empresario en la reducción de costes y ampliación de beneficios, descubriéndose el futuro hegemónico de la tecnología como factor de cambio revolucionario. No quiero entrar aquí en el debate sobre el desarrollo de la ciencia en función de su origen financiero. Sí afirmar que el análisis moral de la tecnología es tan ridículo como absurdo.
Y para colmo de nuestros males Dios se murió. Nietzsche sentenció su epitafio. Y el problema no radica en este asesinato piadoso sino en la falta de sustituto. Las ideas abstractas y universales o pretendidamente universales, como el caso de Dios, han servido de regulación en la mente del hombre, han marcado un camino y un cómo se anda, un proyecto ético y social. Después de Dios la Nada, o como se llama desde hace un tiempo: la posmodernidad, el pensamiento débil, la retórica escéptica, la relatividad suma, el vacío, la falta de consistencia. Todo esto inmerso en una crisis de valores, claro. Éstos son los asideros desnivelados tras la muerte de Dios, pero parece que nos hablan desde muy lejos y casi ni se les oye, tan lejos como 25 siglos. Y cuando esto ocurre, cuando no creemos en lo absoluto, cuando no creemos, como decía Juan de Mairena, entonces sólo pensamos. Pensar así de forma utilitaria, pragmatista, ligado únicamente a la acción, no a la idea. Pensar para la sentencia, no en la Justicia.
Por un hueco de la camisa se nos coló el pragmatismo inglés y americano de la mano de la ausencia de absolutos y de la científico-tecnología. Así existen menos problemas, ¿verdad? Todo está ahí, la realidad, sólo hay que manipularla para conseguir nuestro objetivo.

-Quiero construir una casa, ¿cómo lo hago?
-Con ladrillos, paciencia y dinero
-Pues manos a la obra
-¿Y eso de la prima de riesgo?
-Deje, deje..

Sería un error pensar que estoy denunciando el pensamiento instrumental. Nada más lejos, tiene su misión, lo que denuncio es su reinado por encima de cualquier capacidad intelectiva y su imperio en la cultura occidental.
¿Y para qué todo este recorrido? Para describir el proceso que genera nuestro paradigma actual: un hiperrealismo-pragmático. Ahora las cosas son lo que son, lo que vemos, lo que tocamos, nada de incertidumbre por dios. La realidad nos abruma los sentidos y se refleja en nuestra conciencia como si fuera espejo. Y más que abrumar, bombardea si nos consideramos en esta sociedad mediatizada. Pero paradójicamente se ha adueñado del mundo una ficción especulativa que genera mundos muy alejados de la tierra, de lo palpable. Uno se levanta por la mañana y le da los buenos días a la prima de riesgo, que podría ser perfectamente familiar de tu amigo Riesgo, pero se da el caso de que se trata de un invento imaginativo de la humanidad, al que no se le puede hacer una foto, ni tiene voz.
Un concepto abstracto no es real o irreal por sí mismo, si la conciencia que lo percibe no le da existencia. La idea de unicornio cobra existencia cuando la pensamos, pero yo hasta la fecha (es decir realistamente) no me encontré con ninguno, ni siquiera lo soñé.
La prima de riesgo viene avalada en existencia por todos los medios de ¿información? con todo su cargamento de miedo y estampida. La perspectiva realista nos proporciona un ejemplo más de que lo que entra en nuestra cabeza es así y no de otra forma. Los medios descargan tal información constante y sonante sobre la cabeza de los expectantes, con el objetivo conseguido de construir el decorado de nuestro mundo, nuestra realidad dada, la que nos dan ellos, claro.
Una de las grandes aportaciones kantianas a las vidas de toda la cultura occidental, por pocas noticias que se tenga del filósofo de Könisberg, es que el conocimiento de la realidad no se produce vertiendo ésta en un recipiente vacío capaz de conservarla y reproducirla. La conciencia no es un espejo. Antes bien el conocimiento se edifica a través de conceptos y éstos sobre los pilares de la intuición. El conocimiento se produce por la adaptación de las cosas a nuestra conciencia y no al revés. Es decir, que es la propia razón humana la que hace la realidad. Díganselo ustedes esto a los “manejantes” de la información, aquellos que alienan nuestra realidad.

“la creencia en la realidad del mundo puede acompañarnos en el más ilusorio de todos los mundos. El mundo como ilusión y el mundo como realidad son igualmente indemostrables. […] En este pleito no actúa el tribunal de la lógica, sino el de la sospecha. Lo inquietante no es poder pensar lo uno y lo otro, merced a un empleo moderado de la razón, sino agitarse entre creencias contradictorias.” Juan de Mairena

¿Y si desmontamos de nuestra conciencia todo aquello en lo que creemos por mor de otros, la prima de riesgo, los unicornios, el estado del bienestar, los imprescindibles recortes económicos, etc.? Si somos capaces de mirar a los medios con el ceño fruncido construiremos una realidad que será más nuestra aún.
Por otro lado es constatable que estamos viviendo una ficción que tiene su mérito, su esfuerzo y sus contradicciones, pero que se aleja cada vez más de lo nuestro, de lo radicalmente nuestro, la tierra, la naturaleza, lo que queda como estructura fuerte y sin engaños por debajo de toda esta fantasía. Preguntémosnos. Por ejemplo ¿es posible aumentar ilimitadamente la cantidad de algo? Parece que físicamente no es posible, ¿entonces por qué hemos comprado la idea reiterada de crecimiento económico, o en riquezas si conocemos que el límite existe y está en el otro? ¿Seguiremos comprando la idea retocada de crecimiento, ahora llamado sostenible en un intento de discurso adecentado éticamente?
En el actual panorama en el que más personas contactan y se comunican con más personas somos más conscientes del efecto mariposa y sin embargo sólo estamos viendo más oportunidad de negocio, más tener, más para. Es un mundo muy complejo y contradictorio lleno de matices que se han multiplicado exponencialmente al igual que las razones, pero las cuestiones de base no han cambiado. Todo o casi todo es discutible racionalmente, pero detrás de toda razón existe la fe, primeramente la fe en la razón misma y segundo la fe en los valores que se defienden.

La pregunta es ¿en qué creemos?

lunes, 7 de noviembre de 2011

Sistema Electoral: ley D´Hont

Poder elegir o participar en la navegación de mi país me parece indispensable si quiero ser ciudadano del mismo. Por lo tanto usar mi derecho al voto lo tengo claro. No utilizar un derecho que otros te han regalado también es una opción.
Al margen de algunas cuestiones difundidas con el video enlazado más abajo, para mí el problema está en el descontento no materializado o en la falta de movilización de la abstención. El desinterés es la verdadera trampa, pero es una trampa que se imponen los mismos que se dejan caer en ella, no recurramos a los eslóganes baratos de que son otros los que desmotivan. Espero que me disculpen la comparativa pero si no me interesa el arte no creo que sea responsabilidad de los propios artistas.
Encuentro un debate central en la posible reforma de la ley electoral de nuestro país. Es cierto que si una persona activa políticamente no encuentra representantes suficientemente adecuados a sus criterios tiene caminos para proponer su opción legítimamente, trabajárselo y formar parte del arco parlamentario. Pero ¿por qué no sucede esto desde las personas que se abstienen? O se dejan llevar por cierto pesimismo pragmático (esa pregunta tan presente del ¿para qué?) o se han desligado de cualquier iniciativa que modifique el entorno de todos y de uno.
Creo importante que la abstención tenga representación, porque sólo de esa manera se evitarían ciertas costumbres desarrolladas e implantadas ya como tradición en las organizaciones políticas que reúnen más votos. La pregunta es ¿cómo? Imaginemos que la proporción de la abstención se tradujese en potencial número de votos, correspondiendo a un asiento vacío del Congreso, Senado, Parlamento Regional o Ayuntamiento. La imagen enviada a los grandes partidos sería de impresión y causa suficiente para una reflexión profunda, pero por otro lado haría ingobernable el país. ¿Qué opináis?

Voto nulo

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Democracia 4.0

Iniciativas populares singulares: un abogado sevillano (fundador de la plataforma Democracia 4.0) remite al Congreso de los Diputados un escrito desautorizando la función representacional de aquellos electos por su circunscripción y solicita que se active el voto electrónico como sustituto del intermediario para poder así decidir diréctamente sobre las propuestas a debatir. El tema es extenso en sus posibilidades.
Por un lado nos encontramos con la petición legítima de habilitar el voto electrónico para los procesos de elección de representantes, como opción del electorado que lo solicite.
Por otro, se atisba una capacidad directa de decisión en el marco legislativo de nuestro país, relegando la figura del representante a una redefinición o simplemente a un elemento del pasado.

Documento oficial